Después de ver Ushuaia, El Calafate y el Perito Moreno (¡qué impresionante oír y ver cómo va agrietándose y cómo van desprendiéndose las capas de hielo!), me esperaban varios talleres en diferentes pueblos de la Patagonia argentina. La mayoría surgieron a raíz de gente que fui conociendo en otros talleres. El mundo de la danza india aquí es tan pequeño como en España y muchas alumnas me han recomendado escuelas, profesores… ¡todo el mundo se conoce!
La primera parada después de Ushuaia fue Esquel, una pequeña ciudad de casi 40.000 hablitantes formada por casas bajas apiladas ordenadamente en la falda de varias montañas. En la terminal de autobuses nos esperaba Nicanor, marido de Karem Boudargham, quien organizaba el taller que tenía que dar al día siguiente. Nos llevó al hostel y nos dijo que Karem estaba dando clase y que nos vendría a concer a las 21 h. Karem nació en Esquel y trabaja como profesora de danza árabe en la Asociación Sirio-Libanesa, una local muy amplio con sala de danza, cocina y otros espacios para hacer diferentes actividades cualturales. Me contó que la comunidad siria en Esquel es grande y que en verano celebran diferentes festivales. En la asociación, ofrecen talleres muy asequibles de danza. Además, el grupo de danza de la escuela participa de forma gratuita en todo tipo de eventos solidarios. «En algunas épocas, nos llaman de tantos lugares que bailamos todos los fines de semana!», me cuenta.
Dar clase a chicas jóvenes y acostumbradas a una danza muy distinta como el árabe a veces no es fácil. Hay que introducirlas en el estilo, expresarles cuál es la esencia de tu danza, encontrar algo que las enganche. ¡Y eso en solo 3 horas! Aunque la música bollywood, tan pegadiza; y las historias que expresa, tan alegres, son una gran ayuda! Eso me ocurrió en la clase de Esquel. A Karen le encantó la parte más clásica de la clase y el resto de chicas se aprendieron casi toda la coreografía. Además, van a intentar trabajarla más adelante para perfeccionar los pasos. ¡Genial!
Siguiente parada: Bariloche. Allí viví una situación totalmente diferente. Al taller solo se había apuntado una persona, pero ya conocía algo de danza india y estaba tan ilusionada por poder dar el taller! Lo organicé con Karina Al Naim en la Escuela Nomade de Danzas del Medio Este. Karima me contó que sus raíces son ucranianas y que, después de bailar ballet y danza árabe, comenzó a estudiar danzas gitanas. Estudió flamenco, danzas balcánicas e incluso un poco de Kalbelia. Le interesa mucho la danza india y tomó clases de bharatanatyam con Laura Gallucci. Ahora, organiza talleres puntuales de bollywood en su escuela con Manisha Cauhan.
En el taller estábamos como en familia y la alumna, Brenn, puso toda su atención y empeño en sacar la coreografía. Hizo un viaje de casi dos horas solo para venir al taller, ¡cuando me enteré no podía creérmelo! Tenía muchas ganas de aprender. Baila árabe desde hace 10 años con Ami Sosa, de Ushuaia, y le gustaría algún día enseñar ella también. «Cuando me reciba», me cuenta.
Después del taller, fuimos las tres a tomar algo y estuvimos un buen rato chralando sobre danza. Sigo recopilando entrevistas a profesoras y alumnas de danzas indias y estoy aprendiendo un montón sobre danza, pedagogía, estilos, formas de estudiar y vivir el baile. ¡Un lujo!